En una nueva conmemoración del Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años del último golpe cívico-militar y a poco de alcanzar los 40 años ininterrumpidos de democracia, reivindicamos la lucha por las causas que dan nombre a este día y por el respeto a la vida democrática y de los derechos humanos.
En este marco, es casi obligatorio el ejercicio de la reflexión sobre lo acontecido desde la recuperación de la vida democrática, de poder valorar y dimensionar logros alcanzados, de evaluar las deudas pendientes, los riesgos pasados y presentes.

Sin lugar a dudas, la recuperación y el sosteniemiento del sistema democrático, el juzgamiento de muchos de los responsables de los delitos de lesa humanidad, así como las condenas logradas contra quienes los llevaron adelante, las leyes de Identidad de Género, de Matrimonio Igualitario, la visibilización y la lucha por la erradicación de la violencia contra la Mujer, las niñeces y adolescencias, el cambio de paradigma en la atención de la salud mental, así como el trabajo en marcha hacia la integración del sistema de salud de nuestro país representan avances significativos que deben ser tenidos en cuenta y valorados.
En sentido contrario, también deben atenderse las situaciones que ponen en riesgo dichos logros así como el ejercicio de los derechos más básicos. La proliferación de discursos de odio, en muchas ocasiones solapados, el cuestionamiento sobre prerrogativas elementales, el reblandecimiento de garantías y procesos judiciales asociados a la persecusión política, entre otras cuestiones, representan amenazas de peso a tener presentes para el sostenimiento de las conquistas mencionadas más arriba.

Creemos fundamental en ese sentido, reivindicar las luchas que hicieron posibles tales derechos, combatir las tendencias que normalizan el odio, cuestionan la legimitidad de los derechos o erosionan su práctica transformando su aplicación en una utopia.

Más que nunca, convocamos y nos sumamos a marchar a Plaza de Mayo por Memoria, Verdad, Justicia y reivindicamos la supremacía de la democracia y sus valores. No nos resignamos a que tanto su futuro como el de los derechos adquiridos penda de un equilibrio posible a expensas de una voluntad política.